El primer “Vitorino” de las fiestas, este año sí, pudo ser disfrutado por los aficionados taurinos de toda la provincia

La presencia en los llanos atanzoneros de la afamada ganadería, atrajo a un numeroso público.

El traslado de los mansos de la mañana del 29 desde el corral situado en el paraje de El Barquillo hasta los toriles de la plaza del pueblo fue el preludio ideal del esperado encierro que por la tarde tendría lugar. En este traslado ya se pudieron ver en acción los perros pastores que llevaban los caballistas para conducir a las reses, haciendo alguna parada para dejar a los asistentes tomar alguna bonita fotografía y desarrollándose el traslado sin problemas.

Después de la comida que se ofreció en la plaza Mayor a base de una paella, en una tarde en que las nubes amenazaban aguar la fiesta, comenzó uno de los eventos más esperados en todas las fiestas patronales de San Agustín. Mozos y aficionados reunidos a las cuatro y media de la tarde en el ruedo, frente a la imagen del santo patrón y vara en alto, cantaron la famosa seguidilla Sale el encierro, seguida del cántico a San Agustín, que hicieron por tres veces. A medida que avanzaban los minutos parece que el tiempo dio un respiro para disfrutar de la salida. Minutos antes de las cinco en punto llegaron a la plaza unos mansos por precaución teniendo en cuenta el trágico suceso del año anterior.

Las cinco llegaron al reloj del ayuntamiento y la puerta de los toriles, abierta, dejó a los asistentes al acto en suspense al no salir el astado de la ganadería de Victorino Martín de su corral; los animales siempre imprevisibles. Al cabo de casi media hora de citaciones al burel, finalmente salió aunque sin levantar las voces de los presentes. Tras una breve estancia en el coso, salieron los animales al llano de Carravilla.

Del encierro llamó la atención a mucha gente el uso de los perros para conducir y recortar al toro que trajeron los caballistas desde Segovia. En el campo se vivieron momentos de más y menos acción, carreras y estampas que jalonan todos los años los rastrojos de la villa. Este día el tiempo fresco fue bien recibido por los participantes hasta que la lluvia llegó para deslucir la parte final del encierro. Un breve pero intenso chaparrón fue el final de este evento puesto que el toro, a las puertas ya del núcleo urbano, fue sedado para darle muerte debido al agotamiento.

Este año, al repetir con la ganadería de Victorino Martín y visto el año pasado la bravura del morlaco, las expectativas fueron mayores que la propia faena que finalmente se pudo hacer.

El grupo Bavilon fue el encargado de ambientar la tercera velada musical de las fiestas, los cuales mantuvieron sin parar de bailar hasta altas horas de la noche a un buen número de peñistas.